Este post es muy especial para mi, ya que se sale un poco de mi rutina y
será más largo de lo que estáis acostumbrados a ver. Siempre escribo sobre
temas generales que le pueden suceder a cualquiera, pero esta vez quiero
compartir con todos vosotros una noche mágica junto con mis dos mejores amigos.
Siempre hemos escuchado eso de “los mejores planes son los que no se
planean” y lo he comprobado, si señor, aquí estoy a las cinco de la mañana
delante del ordenador escribiendo este post y muriendome de risa recordando cada
sitiación que hemos vivido, y es que cuando se tienen unos buenos amigos, un
coche con una rallita de gasolina y un medio plan en plan “tranquileo” puede
suceder cualquier cosa.
Como nuestros planes de ir a Cádiz se habían ido al garete por falta de
personal, mis amigos A.N, A.S y yo decidimos ir a algún campito apartado para
ver las Lágrimas de San Lorenzo, donde se suponía que las estrellas iban a caer
del cielo para concedernos cualquier deseo. Como vivimos en la ciudad la
contaminación lumínica es inevitable, se nos planteó la primera cuestión,
¿Dónde vamos para poder ver el cielo repleto de estrellas? En Jerez había pocas
opciones, estaban los descampados donde la gente va a “pecar como cochinotos”,
parques donde no hay apenas luz… aún así las estrellas no se verían bien,
entonces a A.S se le ocurrió una increible idea <<¿Por qué no vamos a la
Blanca Paloma, allí no hay apenas contaminación lumínica>>, antes de
empezar con esto debo decir que Blanca Paloma es un restaurante, alejado de
Jerez… en un paradero desconocido. Yo como buena conductora que soy, y
especialista en restaurantes alejado de la mano de dios, acepté ir, pero ¿Cuál
era el problema? Ninguno de los tres sabíamos ir. Recordaba más o menos por
dónde era el camino (ya que había ido un par de veces) cogeríamos por el hospital
e iríamos todo recto, dicen que todos los caminos llegan a Roma, ¿no? Pues no…
¿a nosotros donde nos llevó? A la carretera de Trebujena (que no se me olvide
decir que es la primera vez que cojo el coche para ir fuera de Jerez) eso era
carretera y mas carretera, todo oscuro, (y yo sin gafas, por que ¿para qué?
Conducir a ciegas mola mazo) sin nada de rotonda para poder dar la vuelta y la
gasolina se agotaba, cagada de miedo por lo que podía suceder dije
<<Chicos, es la primera vez que meto 5º>> vitores de orgullo y
satisfacción emanaron de las bocas de mis amigos (ha sonado a Rey Juan Carlos,
pero es que en ese momento me sentía como una reina). Mi querido amigo A.N, conociéndome como me
conoce (y el peligro que supone mi persona al volante) me soltó <<Deberías dar la vuelta ahora mismo, en mitad de la
carretera>> Miré por el espejo retrovisor, y solo vi oscuridad,
<<Bien, no viene nadie, allá voy>> paré y tras 20 o 30 maniobras me
pase al otro carril mientras mis amigos me gritaban <<Cocheeeeeeeee,
quilla quilla ¿Qué haces? Ostiaaaaaaa correeeee>> justo cuando me pasé al
otro carril un coche apareció junto al nuestro, un segundo más y se nos come,
pero como somos chicos con suerte… Todo ello mientras A.S twiteaba, claro está,
hay que estar a la moda.
Seguimos nuestro camino rumbo a lo desconocido, ahora nuestro plan era
meternos en alguna intersección que llevase a algún campo para poder aparcar el
coche y sacar nuestras sillitas de playa para poder ver las estrellas.
Conduciendo a una velocidad moderada A.S dijo <<Ahí hay una
intersección>> pero ya era tarde, me la había pasado, pare el coche en
seco y di marcha atrás (mi primera salida a carretera y si me hubiese pillado
la policía ya no tendría ni carnet, ni vida, ni dignidad). Nos metimos por la bifurcación
y nos encontramos con que el paso estaba cerrado con una cadena, como ahí no
pasaban coches, aparqué como pude, cogimos las sillas de playa y nos sentamos
en medio de la nada.
No se veían muchas estrellas, pero sí las suficientes para poder ver las
llamadas Lágrimas de San Lorenzo. Entre charla, agua y comilona de pipas vimos
unas cuantas estrellas caer, pidiendo cada uno nuestros deseos y esperando a
que se hiciesen realidad algún día. <<¿Habéis escuchado y visto
eso?>> dijo A.N, era el sonido de un perro que se acercaba a nosotros.
Mis dos amigos cogieron sus correspondientes sillas y salieron corriendo hacia
el coche muertos de miedo, mientras yo, claramente me tomaba mi
tiempo…<<Quilla, corre, no vaya a
ser que venga el perro, abre el coche ya>> me gritaban mientras reían
porque los dos machos muy machos habían abandonado a una dama que podría estar
en peligro (pero cuando hay confianza.. la amistad es así) mientras, yo, tenía
un gran dilema, tenía que decidir si tirar las pipas que tenía en la mano y
correr hacia el coche como una llorica por un supuesto perro imaginario (pero
ladrador) o quedarme con las pipas y coger la silla a mi ritmo sin agobiarme. Obviamente
cogí la segunda opción. Con las pipas en la mano, el bolso colgandome del
cuello y la silla abierta en la mano me dirigí hacia el coche con un ritmo
considerablemente bueno. Guardamos las sillas en el maletero, nos subimos y…
comenzó mi gran problema. ¡El coche estaba aparcado en una cuesta y tenía que
salir marcha atrás! La teoría me la sabía perfectamente, pero lo que es la
práctica… por mucho que aguantase el embrague y acelerase el coche se iba hacia
delante acercándose cada vez más a la gruesa cadena que nos prohibía el paso.
Me empecé a poner nerviosa, porque no había manera de sacarlo <<Bájate>>
le grité al copilito, no sabía muy bien por qué le dije eso, pero era lo único
que se me ocurria decir en esos momentos. Mis dos acompañantes se bajaron del
coche y se pusieron delante de este <<Tengo una idea, arranca y nosotros
empujaremos el coche desde aquí>> dijo A.N, yo pensé <<Dos meses
que lleva en el gym y ya se creen Sansón>> pero claro, estaba desesperada
y no sabía que hacer. A riesgo de atropellar a mis amigos acepté, pero una vez
más el plan fracasó. Puse el freno de mano y me bajé del coche histérica,
faltaba un milímetro para que este se metiese dentro de la cadena y si esto sucedía
el coche se rallaría y mi vida habría acabado. Mi única opción era acudir a A.N
que era el único de los dos que tenía carnet de conducir <<Pruébalo tú,
por favor>> se le puso la cara blanca, como si le hubiese pedido que
salvase al mundo de la invasión de los chinos, con cara de pocos amigos aceptó,
se montó en el coche, echó el asiento hacia atrás (porque el muchachito es muy
largo) y con sonido de acelerador lo
sacó de la cuesta, el plan salió redondo. Tras la heroicidad que hizo mi amigo
nos dirigimos de nuevo a paradero desconocido, pero eso sí, en Jerez.
Llegamos a Jerez mientras yo iba conduciendo y relatando el por qué no se
coger una cuesta, simplemente es porque solo cojo todos los fines de semana por
el mismo sitio y nunca nunca me he tropezado con una cuesta, al menos parándome
en ella y luego volver a arrancar. Pero se nos planteó la ocasión perfecta,
para salir del hospital hay que subir una empinada pendiente y claro, mis
amigos como son unos genios y yo una chica a la que se le convence con una
piruleta, me propusieron que practicase ahí <<Es la ocasión perfecta, es
una buena cuesta y a estas horas no hay nadie por aquí>> volví a mirar
por el espejo retrovisor y comprobé que era cierto, eran las 3 de la mañana,
¿quién podía haber a esas horas?. Paré el coche y lo volví a arrancar en medio
de la pendiente… no había manera, el coche se iba hacia atrás y yo volvía a
agobiarme <<Es que yo estoy haciendo lo que se supone que tengo que hacer
para las cuestas>> <<Deja pisado el embrague y dale a tope con el
acelerador>> me decía A.N, pero por mucho que hiciese eso el coche no me
dejaba abanzar, me estaba trolleando. Me rendí porque a medida de que el coche
se iba hacia atrás se precipitaba a unos conos naranjas que determinaban el
camino.
Una vez más mi amigo el larguirucho cogió las riendas de mi vehículo,
al que anteriormente habíamos bautizado por el Pollamovil, pero eso es ya otra
historia. El coche estaba demasiado cerca ya de los conos naranjas, así que al arrancar
tiró uno de ellos, no había puesto el Pollamovil aún en marcha cuando
escuchamos unos golpes en los cristales <<¿Tenéis algún problema,
chicos?>> ¡Era la policía! Un
coche de policía y cuatro coches más estaban en nuestra cola ¿De donde habían
salido? Mi amigo nervioso y a punto de echarse a reír bajó la ventanilla
<<Verá, es que mi amiga no sabe
subir cuestas con el coche y se le había atascado, entonces he cogido su coche
para salir>> el policía miró por la ventanilla a los acompañantes del
piloto y asentimos para coraborar la historia <<¿Y te has puesto nervioso
cuando nos has visto, no?>> dijo el poli majete <<Pues… sí, un
poco>>, <<Muy bien, inténtalo y si no pues te lo saco yo>>
pero los nervios le jugó esta vez malas pasadas y el coche se le fue igual que
a mí. El policía nos miró y le dijo <<Bájate muchacho, ya te lo saco yo
sin problemas>> A.N se bajó y se montó detrás mientras el policía cogía
el volante y nos llevaba a una zona segura <<Tenéis que practicar más
¿eh?>> ese fue su despedida. Me bajé del coche y dándole las gracias me
monté para volver a conducirlo. Era increíble, el policía había salido de la nada
y como una gloriosa estrella nos sacó del apuro. Entre risas y twiteos
decidimos ir a una gran avenida para culminar la noche.
No es lo mismo contarlo que vivirlo pero sí que sabéis que debemos
apreciar los pequeños detalles que separan una noche normal de una alucinante donde los amigos te confiesan
sus cosas más intimas y se sienten a gusto a tu lado, donde unas cuantas risas
nos hacen llorar de alegría por las cosas vividas. Un plan que se vuelve
especial debido a las personas que te acompañan y que sabes que siempre estarán
ahí. Muchisimas gracias por ser como sois (ya me vuelvo sentimentaloide) La
próxima aventura será al son de la canción de “Call me maybe” y quien sabe
donde acabaremos.